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Por momentos olvido todo lo hermoso que me rodea.
Sólo cosas... que quiero olvidar... vienen a mi mente, siento temor, creo que voy a soltarlo todo.
Una flor, que nació de mi... en mi... al lado mio, bien al lado...
creció... se volvió mas hermosa, en tan poco tiempo. Ay, eso me consumió...
Creí en ella.
Arrojó su belleza, toda... fría cayó en mi. Helada.
Y yo... tonta, que creía en ella.
Nunca solté el color de mis pétalos, nunca abrí con destreza... mi alma... no dejé salir.
¡Qué dolor!... qué dolor, causó en mi.
Me marchité.
Nunca crecieron... mis colores enmudecieron. Y yo, allí...
simple y horrible, triste y hedionda... llena de nada, vacía de todo.
Sin embargo... una luz que de ella salía, hizo que volviera a creer...
siempre.. siempre y sin crecer... volví a creer.
Reventé, siempre no dejándome ser.
Allí morí.
Triste.
Llena.
Vacía.
Sin alma.
Sin color.
Sin amor.
Sin ritmo y sin canción.
Nunca nadie me regalará... a un ser amado.
Nadie quiere de esas flores... que no muestran color, solo dulce pena.
Al menos mis oídos... me sirven de manos... me sirven de piernas.
En ellos se escucha, canciones llenas de verdad, de sensaciones, tristezas y alegrías.
Cosas que en verdad importan, música y poesía.
Esas cosas puras, llenan mi alma.
Otras las vacía, pero como nada importa ya... todo se puede y todo se vuelve a llenar.
Con paz y armonía.
Con luz y color.